martes, 27 de febrero de 2007

¿La realidad imita la fantasía o la fantasía imita la realidad?

No sé, queridos lectores, si ya han visto esto, por informaciones de internet, o por reportajes en los periódicos y revistas, o por curiosidad.

http://secondlife.com/

Un mundo virtual. Extenso, inmenso, con posibilidades infinitas, y lo más importante, donde la economía virtual del "jueguito" tiene una repercusión en el mundo real. Es decir, que lo que vendas o compres ahí, incluyendo tu dinero, tiene valor traducible en divisas reales. O sea, vale algo.

La cosa asusta. Ya no es que, como en otros juegos en línea, quieras abandonarte a la fantasía de ser alguien completamente distinto a quien eres, viviendo en un mundo fantástico con reglas y objetivos completamente diferentes a los de nuestro día a día.

Esto es ya crearse una personalidad alternativa, con la finalidad de, tal cual en nuestra vida diaria, ganar dinero, formar una familia y demás. Es una existencia virtual paralela que volvería locos a los filósofos y pensadores de apenas hace diez años. ¿Es que la vida como la conocemos, así analógica, es tan decepcionante para nosotros?

Ya mucha tinta, (aunque más bien, con los tiempos que corren, muchos bytes de texto), se ha vertido en el tema, con reportajes, análisis, estudios, sobre la existencia en esta Second Life.

Pero hoy, me encuentro con esto...

http://iblnews.com/story.php?id=23291

¿Terrorismo en Second Life?, ¿Freedom Fighters?, Es que ya había escuchado de servicios de citas, parques de diversiones, abogados, diseñadores de modas, y demás, pero ya esto es un poco demasiado.

¿Democracia contra un régimen totalitario encabezado por la compañía que dirige el juego?, o sea, horas perdidas diseñando algo para implementar un sistema político por encima de algo que, en teoría, debería ser un juego.

¿Derechos fundamentales de los residentes?, ¿Cuáles residentes, si no están vivos, si son avatares? ¿Dentro de cuánto declararán guerras en Second Life? (Háganlo, de repente me anoto)

Tendría que preguntarle a estos tipos del Ejército de Liberación de Second Life (ALSL, es que tienen siglas y sitio en internet incluso) si de verdad van en serio con eso. Lo que me asusta es que probablemente sí. Ya había leído algo acerca de un muchacho que mató a otro porque le robó una espada en el juego ( fantástico, claro) de World of Warcraft, y la corte empezó a deliberar si la dichosa espada era un bien real, porque poseía un valor derivado del "trabajo" que representaban las horas de juego gastadas en obtenerla. O sea, un tribunal real está considerando en serio, en un caso penal grave, las implicaciones de lo que pásó en el juego.

Es que una cosa es jugar, y otra muy diferente confundir los universos. ¿Ven?, hasta yo hablo de universos, es que ya se convierten en dimensiones alternativas. Si nunca han jugado un juego en línea, (Las dichosas siglas esas de MMORPG, que significan Multimedia Online Role Playing Game), quizás no sepan de lo que hablo, pero los que lo han hecho saben que las emociones del dichoso muñequito se transmiten. (La rabia cuando te matan porque tu compañero no te ayudó es impresionante, e incluso más si te roban algo). Sólo un gamer puede entender ese sentimiento, pero es que nosotros lo hacemos por deporte, por sentido de competencia ¿no?. Es igual matar a los orcos es la computadora, que correr por un campo persiguiendo una pelota para meterla en una red del otro lado, del lado "enemigo". Fantasía, gente, es una cosa bella, siempre y cuando se mantenga siendo fantasía.

Lo mejor es cuando creas, cuentas, o sigues historias en estos juegos. Es una experiencia maravillosa. Lamentablemente, muy pocos están dispuestos a hacerlo, y cuando lo hacen, se equivocan de medio a medio, como estos tipos de la "organización terrorista".

Es que mi espíritu de juego y el de mi generación ya es vintage. Para seguir en el vocabulario de la sub cultura, Old School.



Old times, good times. Antes todo era más sencillo.

lunes, 26 de febrero de 2007

Sinestesia

Hoy toqué tus ojos ámbar y madera
Vi tu olor que el aire deslizaba
Degusté toda sombra que tronaba
Acaricié tu voz silvestre de palmera

Y no creí en la silueta de tu aroma
Ni escuché la textura de tus pasos
Adivinando el sabor de tus ocasos
Y rozando tu risa policroma

Rehusé sentir el color de tu mirada
Me negué a seguir tocando tu sonido
A seguir oliendo un gusto colorido
A oír el perfume a piel velada

Pues mis oídos captan tu apariencia
Y mis ojos vibran con tu brisa
Mis manos ya conocen tu sonrisa
Y mis boca reconoce tu cadencia

Rescatando viejas entradas...


La introducción no importa, pero quiero mudar mis reflexiones acerca de la ejecución de Saddam Hussein para acá.

EJECUCIONES

Sí, las del ex presidente de Irak, Saddam Hussein y dos de sus más cercanos colaboradores, Barzan al-Tikrit y Awad al-Bandar. Tema por lo demás tristemente actual y polémico.

Mataron al ex dictador iraquí, luego de encontrarlo culpable del genocidio de grupos opositores durante su régimen, crimen del cual firmemente creo que era culpable, tras someterlo al juicio de sus pares, en una corte de Irak. La comunidad internacional, encabezada por el gobierno francés, la Unión Europea, El Vaticano, el secretario general de la ONU, y ahora incluso el presidente de los Estados Unidos, George W Bush, condenó categóricamente las acciones.

Y el escándalo detonó porque, en esta era de la revolución tecnológica, alguien dentro del recinto filmó todo usando la cámara integrada de un teléfono celular, y se escucharon insultos, consignas y agresiones verbales por parte de los testigos de la ejecución.

Definitivamente, si no gustó que los mataran, lo que menos gustó fue que insultaran y se burlaran de Hussein en el momento de su muerte. Confieso que a mí, particularmente tampoco me gustó. A todo ser humano, de negársele la posibilidad de vivir con dignidad, al menos debería permitírsele, in gratia, morir con ella. Guardarse las burlas para después, si quieres. Imagino que aquellos que se mostraron de acuerdo en un principio con la pena de muerte emitida en contra de los indiciados, y luego la condenaron, como el mandatario norteamericano, esperaban una ejecución aséptica, profesional e impersonal.

Simulemos que, es cierto que fue un acto de venganza. Entonces entremos en la naturaleza de una condena penal. ¿No es en sí un acto de venganza, en especial si hablamos de una condena a muerte?. Para ser claros, no creo que alguien se pueda rehabilitar en la fracción de segundo mientras cae por la trampilla de una horca. Y aunque lo hiciera, los beneficios de dicha rehabilitación serían, en el mejor de los casos, breves e inconsecuentes.

¿Naturaleza preventiva del derecho?, es decir, ¿Fue Hussein ejecutado para que otros no se atrevan a cometer sus errores?. En otras palabras, "para que el próximo dictador no crea que puede ejecutar a sus opositores libremente porque lo vamos a matar, y además a burlarnos mientras lo hacemos". ¿No sería mejor prevenir la posible ascensión al poder de un sucesor y ahorrarnos las amenazas de futuros escarmientos?. Una pena de muerte es, básicamente, una aplicación estatal de la Ley del Talión. Si alguien le quita un ojo y un diente a la sociedad, entonces la sociedad debe reaccionar quitándole lo mismo. No estoy aquí para discutir los fundamentos morales de un acto de venganza, pero no creo que pueda negar que una acción como esa ejecución pueda concebirse como otra cosa que una retaliación.

Pero alejémonos del debate acerca de la utilidad y usos de la pena de muerte. La ejecución es criticada básicamente porque ciertos particulares lanzaron improperios a un hombre que, en su punto de vista, ejecutó a sus amigos y familiares por pensar de manera diferente. La gran mayoría hemos, sí, hemos, prejuzgado como salvajes e "inmaduros" a los presentes que lanzaron consignas. Yo, incluso aunque los critico y no estoy de acuerdo con su comportamiento, no puedo negar que sus razones eran bastante válidas. Tú, lector, ¿No insultarías en el cadalso a aquél que ejecutó a tu familia, a tus amigos? Espero no estar en su situación, pero es muy probable que, incluso de no hacerlo por parecer más digno, estoy seguro de que tendría ganas de gritarle e insultarle.

Con todo, aunque no soy reconocido por mi afiliación al ex dictador, reconozco la entereza de ánimo y espíritu del antiguo hombre fuerte de Bagdad al momento de encarar la soga. No, sus actos en vida no se ganaron mi respeto. No, nunca estuve de acuerdo con su régimen. Sí, creo que era culpable de crímenes aborrecibles para la comunidad internacional. Y sí, sí creo que murió con más dignidad de la que le robaron sus opositores al gritarle.

De hecho, al gritarle le dieron aun más peso a sus palabras y actitud. Cinematográficamente estaban allí para gritarle y humillarlo, como una multitud del medioevo agolpada frente al cadalso. Es que lo que faltó fueron los vegetales podridos. Sin embargo, fiel a cualquier guión épico, así sea como villano, Saddam encaró a sus opositores con confianza, y si tuvo miedo no lo mostró. Respondió a sus insultos con palabras altivas, llenas de desprecio categorizándolos de cobardes, se negó a que le colocaran una capucha, y antes de morir tuvo el gesto, de nuevo cinematográfico, de pronunciar el proverbial "Alá es el único Dios, y Mahoma es su profeta" como despedida.

No, no estoy de acuerdo en que Saddam haya sido un gran hombre en vida, excepto en los últimos dos minutos de su existencia. No puedo criticar que sus opositores le insultaran, pues tenían buenas razones para ello, pero ayudaron a Saddam a ensalzarse antes de morir, dando una triste imagen de chusma.

Hay críticas, como las de la Unión Europea, que son congruentes, al criticar la naturaleza moral misma de la pena de muerte. Otros, como el pobre, bien intencionado e impotente Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, al menos se ganaron el derecho a criticar pidiendo, rogando, clemencia para los ajusticiados hasta último momento. El Vaticano al menos tiene la intención de alejar la idea de la retaliación violenta de la historia de nosotros, los católicos. ¿El presidente de los Estados Unidos? Harina de otro costal. simplemente defendió el antiguo precepto de do not add insult to injury. Nada más, nada menos. Si defendió la condena, ¿Por qué condenar la ejecución?.

Un Leitmotiv en letras...

Bueno, por fin me he decidido a escribir un blog, otra vez.

Principalmente para aquellos que me conocen bien, y para aquellos que no me conocen en lo absoluto, otra vez. Y aunque parezca una paradoja, principalmente para mí mismo, otra vez.

Esta vez, (y no me canso de martillar el viejo clavo de que este es el segundo blog que escribo, luego de que el primero quedara atrapado en el limbo de los pecadores sin bautizar), los denominé "Los Leitmotivs de cada día", con un toque mucho más artístico y menos político. Igualmente personal.

A manera de aclaratoria, y para justificar mi mal merecida fama de intelectual de enciclopedia, añado una simple frase, emitida por la nunca bien ponderada Real Academia de la Lengua, que fija, pule y da esplendor a este galimatías que nos gusta llamar castellano.

Leitmotiv.
(Voz al., der. de leiten, guiar, dirigir, y Motiv, motivo).
1. m. Tema musical dominante y recurrente en una composición.
2. m. Motivo central o asunto que se repite, especialmente de una obra literaria o cinematográfica.

Para aquellos que lo saben, y principalmente para aquellos que no, un leitmotiv, o leit motiv, o leit motif, (es que pienso escribirlo de todas las formas y en todos los idiomas que pueda), es un tema musical, o literario, o visual incluso, que por lo general se asocia con un personaje, un sentimiento, una emoción o un concepto abstracto. Y cada vez que se desea ilustrar a ese personaje, a esa emoción, a ese concepto, pues allí está ese leitmotif para recordarnos que allí está.

Una cosa muy poética, pues, como los coros de las canciones de reggaeton, que se repiten a cada rato para decirnos que movamos el cuerpo como si nos hubieran deshuesado.

¿Por qué los leit motiv de cada día? Porque cada uno de mis días, en especial aquellos que dejan huella, los más intensos, por usar una palabra ya abollada de tanto darle, tienen su tema, su leit motiv. Y además, creo profundamente que tus días, lector, también tienen sus leit motifs, y que si algún día le acierto a esa universalidadde llegarte con mi tema, podamos entonces tener nuestro momento sinfónica entre mis melodías y las tuyas.

Y así como los poemas sinfónicos, (¿Y qué es un poema sinfónico?, pues bueno, como un poema, pero sin palabras, pura música. Impresionante que eso exista, ¿no?), espero que este blog sea un registro de mis leit motiv, de mis motivos, de mis temas. Espero que sea un diario de mis rabietas, mis tristezas, mis desilusiones, mis alegrías, mis euforias y mis epifanías.

Podría ponerme incluso más sensible, y agregar que mis leit motivs de cada día son como las melodías de mi corazón, o que los leitmotifs de cada día son como las notas de mi alma. Pero no quiero ser tachado de cursi. Ya habrá oportunidad más adelante para eso.

Esta vez olvídense del lugar para la reflexión y todo eso. Igual que antes, que lleguen al final de cada artículo para mí es un premio. Espero que los disfruten, y que consigan en esta cacofonía de sonidos intelectuales y emocionales algún sentido que los oriente, los haga reír, o simplemente sonreír, que ya es bastante.